1.2.1 Agilidad Personal, de Equipo y Organizacional

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Dentro de una organización, las personas desarrollarán una comprensión de la mentalidad ágil a ritmos diferentes. Para algunos, los valores ágiles serán intuitivamente fáciles de entender, ya que parecen describir creencias y patrones de comportamiento familiares.

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Para otros, estos valores tendrán que aprenderse conscientemente y luego practicarse activamente antes de que puedan ser comprendidos y aceptados. Independientemente de cómo se desarrolle esta comprensión, cuantas más personas haya en una organización que adopten y actúen según los principios ágiles, más eficaces serán las prácticas ágiles.

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Si un solo miembro de una organización adopta una mentalidad ágil, puede ayudar a esa persona a ser más eficaz. Sin embargo, se sentirá continuamente frustrado porque otros miembros de la organización no parecen darse cuenta de lo que es importante o se centran en objetivos y parámetros equivocados.

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Si un equipo de la organización adopta principios y prácticas ágiles, puede ayudar a los miembros del equipo a ser más eficaces en la entrega de su trabajo de proyecto. Sin embargo, se sentirán inhibidos o incomprendidos por otros grupos o sistemas de la organización, como la oficina de gestión de proyectos (PMO) o los silos funcionales.

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Si toda la organización adopta un modo de pensar ágil, todos colaborarán para mejorar la agilidad y la entrega de valor. Adoptando objetivos y valores comunes, como la mejora continua y la aceptación del cambio, lo cual aumentará la eficacia de todos.

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Aunque la agilidad organizativa es el objetivo ideal, hoy en día la mayoría de las organizaciones aún no han llegado a él. Entonces, ¿cómo ¿podemos ayudar a nuestras organizaciones a conseguirlo? La forma en que las organizaciones cambian es a través de la influencia que ejercen los individuos.


El siguiente diagrama representa los pasos de este proceso como las capas de la piel de una cebolla.:

Figura 1.2 Figura 1.2


Veamos más detenidamente cada una de estas capas:

PENSAR: En primer lugar, tenemos que pensar, lo que significa aprender e interiorizar individualmente los principios ágiles. Solo una vez que comprendamos plenamente la mentalidad ágil podremos pasar el siguiente paso.

HACER: Hacer es la práctica de la agilidad. Por ejemplo, puede consistir en visualizar los elementos de trabajo, utilizar iteraciones cortas o incorporar pasos de retroalimentación y mejora.

ANIMAR A LOS DEMAS (Alentar a Otros): El último paso consiste en animar a los demás a ser ágiles. Aunque pueda parecer exponencialmente más difícil de conseguir que los dos primeros pasos, también es el que más merece la pena cuando se consigue. Esto se debe a que persuadir a otros para que adopten la mentalidad y las prácticas ágiles aumentará el aprendizaje y la eficacia ágiles en toda la organización. Además, cuanta más gente de tu círculo de trabajo puedas educar con éxito sobre los méritos de lo ágil, más aliados tendrás para defender la causa.